Para acabar la
temporada de carretera y acabar como cadete, nos íbamos con la II Vuelta al
Besaya.
Íbamos el
viernes por la mañana al hotel Los Pasiegos de Hoznayo, donde íbamos a estar
concentrados todo el fin de semana. Comimos allí, descansamos y nos fuimos a Los
Corrales de Buelna, donde se celebraba la primera etapa, la CRE (Contrarreloj
por equipos). El circuito era como el del año pasado. No como el que corrimos
al final si no como el que íbamos a hacer en un principio. Era cortito pero
intenso, menos ratonero que la edición anterior pero con repechos, bajadas y en
fin, más completo.
Fuimos a dar
una vuelta para verlo, y así entrenar, aunque solo fuera una vez, una
contrarreloj como equipo. Vimos como íbamos a dar los relevos, las trazadas…
etc.
Luego fuimos a
calentar tranquilamente. Salíamos el quinto equipo, prácticamente nada más
empezar la prueba así que teníamos que calentar bien y prontito. Poco antes de
la salida, teníamos que verificar el desarrollo. Una vez estuvo todo correcto
nos colocamos en la salida.
Estábamos
bastante nerviosos en general, casi temblando, los momentos antes de que el árbitro
pitara. Salimos rápido. Julio era el encargado de dar el primer relevo, y yo tenía
que ir a su rueda. Di mi primer relevo aguantando bien el ritmo, sin bajar
sufriendo bastante. Llegamos al repecho más fuerte. El primer relevo de la
subida le dio Julio otra vez, y para ya llegar al alto y acabar con fuerza me
tocó a mí. El siguiente relevo que di fue poco antes de meta, donde ya terminé
de darlo todo. Después me dolían muchísimo las piernas, las tenía como estacas.
Entramos a 27 segundos del primer equipo, el MMR, bastante contentos con el
resultado, ya que no llevábamos cabras, ni acoples, ni cascos de crono, ni buzo,
ni siquiera habíamos entrenado la crono.
Una vez acabada la crono, y después de soltar, seguía teniendo las piernas muy duras y me costaba moverme.
Una vez acabada la crono, y después de soltar, seguía teniendo las piernas muy duras y me costaba moverme.
Fuimos al
hotel a descansar para el día siguiente, que iba a ser una carrera dura. El
circuito había cambiado. La etapa era en la zona pasiega como el año pasado
pero esta vez se quedaba en la parte de “abajo” por la zona de Pomaluengo hacia
Sarón.
Era un
circuito cortito, con zonas verdaderamente estrechas (donde todos sabíamos que
se iba a decidir la carrera), repechos que aunque a primera vista eran una chorrada
(lo más duro para mí era el final, que era un falso llano). Debíamos dar 4
vueltas al circuito.
Llegamos a
Pomaluengo donde iba a tomar parte la salida. Allí nos preparamos y fuimos a
firmar. Después tocaba calentar para
poder ir a la salida.
Salimos
muchos. Éramos unos 200 corredores. Eran equipos buenos, de lo mejorcito de
España. Y ahí en medio estábamos nosotros. La primera entrada a la zona estrecha era
clave, así que intenté pasar de los primeros. Y una vez conseguí ponerme en
primera fila, en el callejón entre los cuarenta primeros. Se notaba mucho como
había subido el nivel del año pasado a este. Era muy complicado mantener un
sitio fijo en el pelotón porque entre la media de 42 km/h, el constante movimiento y los roces, golpes y
gritos contra los demás corredores te
hacían estar en tensión todo el tiempo.
La primera
vuelta me quedé un poco en el repecho. Enganché poco después gracias a una
caída masiva que hubo (hasta un motorista acabó en el suelo), el grupo se
rompió un poco por atrás y pude enganchar fácilmente. La verdad es que no hay
mucho que contar. Yo me pasé toda la carrera intentando mantenerme en el grupo
y encima de la bici. Había caídas por todos los lados. Los corredores se
llevaban cualquier cosa por delante, desde un coche a un bolardo. O si no la
caída se montaba en medio del pelotón por un choque o enganchón.
Llegamos a la
última vuelta y la tensión era palpable. Llegamos a la zona estrecha y había más
codazos de lo normal, llegamos a los repechos y se subía más rápido de lo
normal. Y ahí se rompió la carrera. El grupo se rehízo bajando hacia meta y se
llegó al sprint. Pero como no, hubo caída justo antes de la curva de meta. Al
final entré poco después del grupo bastante cansado pero con ganas de seguir al
día siguiente, aunque el mismo día siguiente cuando empezara a llover no dijera
lo mismo. Y después de acabar, nos marchamos al hotel a recuperar porque al día
siguiente Bostronizo se iba a hacer duro.
Nos levantamos
pronto para irnos bien desayunados hacia Arenas de Iguña, donde se celebró el
campeonato de Cantabria de contrarreloj individual este año. De ahí salíamos en
dirección a Molledo como el año pasado, y de ahí a subir a San Mateo, una
subida que parece que consta solo de un par de paellas que te destrozan y justo
después al salir del pueblo con el mismo nombre te queda un kilometro para el
alto. Pero ese kilometro es un falso llano que te quema mucho más que lo subido
hasta ese momento. De ahí una bajada un poco peligrosa, rápida, mojada y
carretera hasta Los Corrales de Buelna, para ir a San Felices de Buelna y dar
un rodeo para volver a aparecer en Los Corrales y subir a Arenas, para terminar
de acabar con nuestras fuerzas subiendo a Bostronizo. Es una etapa bonita,
divertida, y bastante dura.
Pues mientras
calentábamos, empezaron a caer gotas, primero eran pocas, luego más. Lo
suficiente para hacer peligrosa una carrera.
Salimos
neutralizados, una neutralizada que duro demasiado. Entiendo que hubo dos
caídas y sus correspondientes averías pero viendo que el primer puerto esta a 7
kilómetros de la salida. Y salimos poco antes.
Entonces íbamos todos nerviosos
y en la primera curva un poco más cerrada pues lo esperado, caída. Luego
subimos fuerte para recuperar lo perdido porque pese a que yo y muchos otros no
nos habíamos caído, nos había pillado y habíamos perdido mucho tiempo. Bajando
yo no pensaba arriesgar prefiero quedarme un poco que pegarme la o***** que
para caídas ya he tenido suficientes este año. Así que acabé en un grupo de unos
sesenta, cincuenta corredores bajando a los Corrales. Y allí aparecimos sin
enganchar todavía con el grupo de delante.
Hubo más
caídas hasta Arenas otra vez. Yo iba escondido en el grupo, pasándolo
verdaderamente mal porque estaba helado. Tenía las piernas muy duras y frías y
me costaba mucho dar pedales. Así que intenté activarlas subiendo en dirección
a Arenas porque si no iba a sufrir de lo lindo. Y llegué al cruce para empezar
a subir a Bostronizo atrás, así que pude esquivar bastante bien la caída que
había en la misma curva donde empezaba el ascenso. Y allí subí yo. Empecé
suave, a mi ritmo, y poco a poco iba exigiéndome más. Al principio me dejaban
atrás, pero poco a poco, iba cogiendo a muchos corredores y les iba dejando,
hasta llegar al último kilometro, donde ya era lo último, lo último de la
etapa, lo último de la vuelta, lo último de la temporada y lo ultimo como
cadete. Y entré al sprint en meta con un fuerte dolor de piernas pero contento.
Porque si termina la temporada de carretera solo puede significar una cosa…
#Crossiscoming
No hay comentarios:
Publicar un comentario